Redacción. Madrid
Comienzan las vacaciones y las piscinas se convierten en el refugio habitual de los más pequeños durante los meses de descanso. Sin embargo, la época estival es la que más riesgo entraña para la población infantil y juvenil y en la que se registra un aumento de los accidentes infantiles debido al mayor tiempo libre, la práctica de deportes que no se realizan en otros momentos, a las imprudencias y descuidos por parte de los padres y, sobre todo, en el caso de las lesiones graves o mortales, a la escasa percepción social de que los accidentes son una enfermedad medioambiental, ya que el niño se enfrenta a situaciones que no puede controlar.
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Las lesiones por accidentes se han convertido en la principal causa de mortalidad infantil en Europa. En niños por encima del año de vida, es superior a la ocasionada por el cáncer o por las enfermedades respiratorias. Además, estas lesiones generan importantes secuelas, de forma que hasta el 25 por ciento de los niños y adolescentes ingresados por accidentes tendrá consecuencias importantes a nivel del sistema nervioso central: trastornos del desarrollo psicomotriz, problemas neurológicos por traumatismos medulares, músculo-esqueléticos, cutáneos o psicológicos. Por cada niño que fallece por una lesión en zonas de recreo o en el hogar, otros 2.000 ingresan en los servicios de urgencia o son atendidos en los centros de salud.
“Por esta razón, es fundamental que los menores afectados por una lesión de este tipo, tengan acceso a una rehabilitación neurológica integral y adaptada a sus necesidades específicas”, comenta Luis Gangoiti, director médico del Instituto de Rehabilitación Neurológica NeuroMadrid. Gracias a la apuesta de NeuroMadrid por un tratamiento en el que se combinan los métodos tradicionales con las nuevas tecnologías aplicadas de forma simultánea, se logra, según Gangoiti, “un proceso continuo y sin interrupción que debe alcanzar una respuesta óptima en el menor tiempo posible a fin de mejorar la independencia funcional, la calidad de vida y la reinserción sociolaboral, tanto del afectado como de su entorno familiar”.
En las lesiones provocadas en las piscinas es donde los expertos insisten en extremar las medidas de prevención, ya que poco se puede hacer cuando un niño se cae al agua sin que nadie se haya percatado. Según explica el director médico de NeuroMadrid, “la consciencia se pierde a los dos minutos y el daño cerebral es irreversible a los cuatro o cinco minutos”. Para evitar estos sucesos, los especialistas hacen hincapié en que tan sólo vallando las piscinas de forma regulada se logra un 95 por ciento más de protección.
Deporte y lesiones músculo-esqueléticas
Los nuevos deportes, sobre todo acuáticos, también están aumentando cada año las estadísticas de lesiones en los niños. La práctica de windsurfing, las motos acuáticas, las piraguas, los neumáticos u otros instrumentos hinchables, o tan sólo el buceo, provocan lesiones músculo-esqueléticas o medulares importantes. Los especialistas hacen hincapié en que es necesario sentar las bases para una buena práctica de los mismos y que afecte no sólo a los padres, sino también a la legislación vigente, a la enseñanza de la seguridad en distintas edades y, por supuesto, a la calidad del material que se utiliza en la práctica de deportes y juegos veraniegos. De igual forma sucede con los cascos cuando los niños montan en bicicleta. Todavía es frecuente ver a familias por la carretera o el arcén sin llevar el casco o con uno inapropiado para garantizar la seguridad del niño.
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