Redacción. Madrid
El reto en el abordaje de la enfermedad de Parkinson es lograr una cura definitiva y eso pasa inevitablemente por que los investigadores encuentren medios celulares integrados en el cerebro dopaminérgico que sustituyan las células degeneradas, o por transformación genética o bioquímica interneural farmacológica, que eviten la ausencia de las células que se degeneran. Así lo ha explicado el académico de Número y secretario general de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), Luis Pablo Rodríguez, en el marco de la Sesión Científica Conmemorativa sobre la enfermedad, celebrada en la RANM.
El académico Luis Pablo Rodríguez; María Gálvez, directora general de la Federación Española de Párkinson (FEP); y Lydia Vela, responsable del Servicio de Neurología del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid.
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Se calcula que el tres por mil de la población general está afectada por esta enfermedad, cifra que aumenta hasta el 10-15 por ciento en la población mayor de 60 años. Según ha afirmado este especialista, que ha coordinado la jornada, “el párkinson produce una pérdida de neuronas en la sustancia negra del cerebro, que provoca un déficit de dopamina y causa lentitud y escasez de movimientos, temblor y rigidez muscular. Con los años de evolución, el proceso neurodegenerativo se extiende y afecta a otras regiones del sistema nervioso”.
Síntomas físicos y psíquicos
Esta enfermedad se suele presentar en una parte concreta del cuerpo, más frecuentemente en una extremidad, bien sea superior o inferior, y casi nunca en las dos a la vez. “Las manifestaciones focales que se producen en una zona del cuerpo pueden ser los conocidos temblores, que es lo que fundamentalmente se asocia a esta patología, o incluso lentitud y rigidez muscular, pero no obligatoriamente existe temblor al movimiento, pues un 10 por ciento de los pacientes parkinsonianos no les acontece”, ha apuntado.
Aunque al párkinson se le encasille como un trastorno motriz, no siempre es obligado ni exclusivo. “Existen en una gran proporción síntomas no motrices, como son los vegetativos autónomos, preferentemente digestivos: estreñimiento sialorrea disfagia, etc., así como insomnio, alteraciones cognitivas de atención, resolución ejecutiva, alteraciones conductuales con depresión ansiedad, etc. En definitiva, una pérdida de la calidad de vida del paciente y de los familiares del entorno”. “El diagnóstico temprano y la actuación terapéutica precoz es esencial para mejorar la calidad de vida de estos pacientes”, ha añadido Rodríguez.
En los últimos años se han producido significativos avances en el tratamiento, así como en el conocimiento de la fisiopatogenia de la enfermedad y los mecanismos que intervienen en su aparición. Según ha explicado el académico, “la línea de tratamiento farmacológico actualmente se basa en los medicamentos de L-dopa, mientras que en el aspecto quirúrgico, destaca la estimulación profunda cerebral, el mayor avance que hemos logrado hasta el momento en la lucha contra esta enfermedad. También es muy beneficiosa la actividad física regular para los pacientes, siendo indispensables los programas rehabilitadores actuales en Medicina Física y Rehabilitación, donde tiene gran ac¬tualidad la evolución posturográfica”.
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