Redacción. Madrid
Con motivo de la conmemoración, el 30 de enero, del Día Mundial de la No Violencia, la Sociedad Española de Neurología (SEN) ha recordado la importancia de considerar la violencia, tanto infantil como de género, no solo como un gran problema social, sino también de salud. Diferentes estudios han establecido la asociación de enfermedades neurológicas crónicas con antecedentes de maltrato en la infancia y en el ámbito de la pareja: cefaleas, episodios de amnesia, cuadros confusionales, mareos y quejas de memoria, entre otros, se observan con mayor frecuencia en víctimas de maltrato.
David Ezpeleta.
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Según datos manejados por la SEN, hasta un tercio de las mujeres que sufren patologías neurológicas crónicas sufre también violencia doméstica. Además, los maltratos en la infancia pueden originar y agravar diversas enfermedades neurológicas en el adulto, como trastornos cognitivos y del sueño, habiéndose encontrado también asociación con el ictus, la fibromialgia y ciertas enfermedades autoinmunes.
“En los últimos años, una de las enfermedades cuya cronicidad más se ha relacionado con la violencia infantil y de género ha sido la migraña”, señala David Ezpeleta, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “El factor que con más frecuencia provoca y cronifica los ataques de migraña es el estrés. Los acontecimientos estresantes vitales, especialmente aquellos muy graves, tanto del presente como del pasado, pueden ser un factor de agravamiento de la historia natural de la migraña, aunque con frecuencia, ni el paciente ni el médico son conscientes de dicha relación”.
Los estudios que han comparado mujeres con y sin experiencias de violencia en el ámbito de la pareja han observado que existe un incremento significativo del riesgo de migraña en aquellas que sufren maltrato en cualquiera de sus formas, siendo mayor en las mujeres con abusos sexuales y en aquellas con síntomas depresivos asociados. En concreto, uno de los estudios más recientes, realizado en España, encontró una diferencia de 12,8 puntos más en las mujeres que sufrieron maltrato de género en el último año respecto a las mujeres que no lo habían sufrido nunca. “A la vista de las investigaciones actuales, es importante considerar una historia de maltrato en las pacientes con cefalea, en especial en las que se identifiquen factores de riesgo o favorecedores de cronificación, como trastornos psicoafectivos, trastornos del sueño, otros dolores crónicos y sobreuso de medicación, entre otros, así como en cualquier paciente neurológico con una patología neurológica crónica discapacitante”, destaca Sonia Herrero, miembro del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN.
Varios estudios han confirmado la asociación entre cefaleas crónicas diarias de los adultos (sobre todo la migraña crónica) y antecedentes de abuso sexual, físico o psíquico en la infancia. Uno de los más impactantes, realizado en Estados Unidos y Canadá, señala que los pacientes adultos con migraña crónica presentan antecedentes en la infancia de abusos en general (58 por ciento), psíquicos (38 por ciento), físicos (21 por ciento) y sexuales (25 por ciento). Por otra parte, estudios pediátricos muestran que el antecedente de abuso sexual y físico también es más frecuente en niños con cefaleas crónicas diarias. “Los abusos en la infancia parecen provocar en niños predispuestos genéticamente una mala regulación del eje hormonal hipotalámo-hipofisario-adrenal, hecho que se ha relacionado con un menor umbral para el dolor. La importancia de este tipo de datos está en que la asociación entre abuso infantil y dolor actual o futuro no es meramente estadística, sino que obedece a alteraciones biológicas que la explican y confirman”, declara Robert Belvís, miembro del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN. Quien ha sufrido abusos en la infancia establece mecanismos para olvidar tan desagradables recuerdos. “Sin embargo, ante un estímulo -incluso el más sutil- que evoque de alguna manera la situación en la que se produjo el abuso, el adulto puede empeorar su migraña o cualquiera de las enfermedades antes citadas”, apostilla.
Puesto que los servicios sanitarios suelen ser el primer punto de contacto de las víctimas de la violencia, sus profesionales tienen una oportunidad única de reconocerla y la responsabilidad de intervenir. “Por ello, desde la SEN se alienta a los profesionales a que estén alerta ante la posibilidad de abuso y maltrato y sean capaces de reconocer sus señales de sospecha”, comenta Ezpeleta.
Según el último estudio realizado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, más de 2.150.000 mujeres en nuestro país podrían haber sufrido violencia de género alguna vez en la vida. En cuanto al maltrato infantil, no existen registros de esta magnitud en España, pero entre el 25 y el 44 por ciento de los adultos de los Estados Unidos relatan haber sufrido algún tipo de abuso en su infancia.
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