Redacción. Madrid
“Los tratamientos actuales para la enfermedad de Parkinson son sintomáticos y actúan sobre los signos motores cardinales de la enfermedad (temblor, rigidez y torpeza). Por desgracia aún no existen terapias curativas ni que puedan evitar la progresión de la enfermedad”. Así lo ha explicado la académica correspondiente Carmen Cavada en el marco de la sesión científica divulgativa ‘La enfermedad de Parkinson. Una historia de progreso de la investigación biomédica’, que la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) ha acogido bajo su coordinación y la del académico de número Fernando Reinoso, con la colaboración de Boston Scientific y Medtronic.
Carmen Cavada.
|
Según ha matizado Reinoso, “a pesar de los avances logrados en las últimas décadas, la causa principal y muchos de los aspectos que intervienen en esta patología continúan siendo desconocidos. Asimismo, los tratamientos actuales tienen una eficacia limitada en el tiempo y no todos los síntomas se pueden controlar adecuadamente”.
Esta enfermedad neurológica se caracteriza por una serie de manifestaciones motrices como temblor en reposo, acinesia y rigidez, aunque los pacientes presentan muchas otras manifestaciones motoras como alteraciones posturales y de la marcha, así como dolor y trastornos del sueño, que generan una sintomatología variada. Por este motivo, tal y como señala el coordinador de esta jornada, “investigar sobre la enfermedad continúa siendo imprescindible para prevenir su aparición y facilitar la terapia más adecuada a los afectados”.
Durante la jornada, Carmen Cavada ha explicado que ya “antes de que aparezcan los síntomas, el cerebro del paciente ha ido perdiendo hasta el 70 por ciento de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra, lo que continúa con el paso del tiempo. Por eso es tan importante investigar las causas de la enfermedad y hacer el diagnóstico en el largo periodo previo a la aparición de síntomas. El tratamiento de la enfermedad cuando está avanzada es mucho más complejo”.
Tratamiento farmacológico y quirúrgico
Por su parte, la profesora de Iberbaske, María Cruz Rodríguez-Oroz, ha abordado los principales avances logrados en esta enfermedad. “Desde el punto de vista terapéutico, la estimulación cerebral profunda ha sido el mayor avance después de la introducción de la levodopa, que ha supuesto un gran paso en la calidad de vida de miles de pacientes”.
Con esta perspectiva, existen dos tipos de tratamiento: el farmacológico y el quirúrgico. Según esta especialista, “los primeros consisten en la administración de levodopa (precursor natural de la dopamina) o agonistas dopaminérgicos; mientras que la cirugía a través del implante de electrodos en núcleos cerebrales disfuncionantes es también enormemente eficaz para mejorar los signos motores típicos de la enfermedad y las complicaciones que a veces se derivan de los tratamientos farmacológicos, como las fluctuaciones en el estado motor y los movimientos involuntarios”.
En cuanto a la eficacia de ambas opciones en el control de estos trastornos motores, Rodríguez ha asegurado que “es buena”; pero el problema es que “según avanza la enfermedad surgen otros síntomas para los que no hay tratamiento tan eficaz como sucede con la demencia, que se da en el 80 por ciento de los pacientes tras 12 o 20 años de enfermedad, o el trastorno marcado de la marcha y las caídas, así como la disfunción autonómica, entre otros.”
|