Redacción. Barcelona
El Grupo de Estudio de Neurooncología de la Sociedad Española de Neurología (SEN) ha presentado, en el marco de la LXIV Reunión Anual de la sociedad científica, el primer estudio realizado en España sobre el manejo del glioblastoma, el tipo de tumor cerebral más frecuente y, también, el de peor pronóstico, con una incidencia de entre tres y cuatro casos nuevos anuales por 100.000 habitantes.
Francesc Graus coordina el Grupo de Neurooncología de la SEN.
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Según ha explicado Francesc Graus, coordinador del grupo, se trata de un trabajo multicéntrico y retrospectivo (periodo 2008-2010) en el que han participado 19 hospitales de toda España, con un área de referencia total de 11 millones de habitantes, y que ha incluido a 834 pacientes con glioblastoma confirmado por cirugía o biopsia.
Los resultados del estudio han mostrado “aspectos positivos y otros que deberían mejorar”. Entre los primeros, Graus ha destacado la implementación uniforme del tratamiento combinado de radioterapia y temozolomida, más efectivo que la radioterapia sola según un estudio clínico pivotal publicado en 2005 demostró ser más efectivo que la radioterapia sola. En el periodo analizado, el 79 por ciento de los pacientes recibió este esquema de tratamiento. Sin embargo, hasta un 22 por ciento de los pacientes no pudo recibir ningún tratamiento después de la cirugía, casi siempre debido al mal estado general derivado de complicaciones postoperatorias o a la progresión del tumor. Otro punto positivo que ha recalcado Graus es que, entre los pacientes tratados, la supervivencia era superponible a la del ensayo clínico de 2005.
Como aspectos mejorables, el coordinador del Grupo de Estudio de Neurooncología de la SEN ha señalado que un 14 por ciento de los pacientes presentó complicaciones postoperatorias graves que impidieron o retrasaron el tratamiento, y que la mediana anual de 18 pacientes operados por centro es “baja”. Asimismo, aunque Graus ha reconocido que el estudio no estaba diseñado para asegurarlo, “es probable que una concentración de este tipo de cirugía comportara una disminución de la morbilidad”.
La demora en el tratamiento es otro punto débil revelado en el estudio. Así, la mediana de retraso en iniciar la radioterapia fue de 42 días y un 10 por ciento de los pacientes la inició pasados 60 días. “En el estudio comprobamos que, en los pacientes que iniciaban la radioterapia más tarde de 42 días, el glioblastoma progresaba antes, por lo que la reducción del tiempo de espera para iniciar la radioterapia debería ser un objetivo de los hospitales que tratan este tipo
de tumores”, ha indicado Graus.
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