Redacción. Madrid
El fármaco antidepresivo fluoxetina podría ayudar a los pacientes que han sufrido un ictus a recuperar el control de sus movimientos y así llevar una vida más independiente, según un estudio realizado por el Hospital Universitario de Toulouse, en Francia, publicado en The Lancet Neurology.
François Chollet.
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En esta investigación, realizada sobre 118 pacientes entre marzo de 2005 y junio de 2009, los científicos administraron fluoxetina o placebo durante tres meses, comenzando entre cinco y diez días después de que sufrieron un ictus. Todos los pacientes recibieron también psicoterapia y se sometieron a un test sobre sus habilidades motoras al inicio del estudio y en el día 90 desde su inicio.
Los pacientes que recibieron fluoxetina mejoraron sus resultados en los test de habilidades motoras más que aquellos que tomaron placebo. Los mayores avances se registraron en los pacientes que tomaban fluoxetina tres meses después de iniciar el tratamiento. La media de registro de mejoras en este grupo fue de 34 puntos, un resultado superior al de grupo del placebo, con una mejora media de 24,3 puntos.
El tratamiento aumentó el número de pacientes independientes y la depresión fue menos común en el grupo de fluoxetina que en el de placebo, mientras que los efectos secundarios se mostraron leves y poco frecuentes, indicaron los investigadores.
Según François Chollet, del Hospital Universitario de Toulouse, “los efectos positivos de este fármaco en la función motora sugieren que la acción neuronal de este tipo de antidepresivos ofrece una nueva vía para el tratamiento de estos pacientes que deberá ser explorada”.
Los expertos que han comentado este descubrimiento dicen que podría tener “un potencial enorme para cambiar la práctica clínica” y lanzan la pregunta de si la mayoría de los pacientes que han sufrido un ictus y presentan por ello problemas motores deberían ser tratados con fluoxetina.
Para Robert Robinson y Harold Adams, de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, este hallazgo podría cambiar la forma en la que los médicos tratarán en el futuro a las víctimas de ictus. Sin embargo, coinciden en que son necesarios aún más estudios para ver si estos efectos se perpetúan en el tiempo.
Por su parte, el director de cuidados del ictus del Hospital Lenox Hill, en Nueva York, señala que otra forma de valorar las implicaciones de este ensayo podría justificar el tratamiento de la depresión post-ictus antes de que avance.
Varios estudios anteriores, más pequeños, ya habían sugerido que administrar fármacos como fluoxetina podría mejorar las habilidades motoras tras un ictus. Este último trabajo es el mayor realizado hasta la fecha sobre los efectos de este antidepresivo sobre la recuperación del paciente que ha sufrido un ictus.
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