Redacción. Madrid
Las patologías del sistema vascular cerebral provocan problemas mentales, entre los que destacan los problemas emocionales. En concreto, según ha explicado el director de la Red Menni de Servicios de Daño Cerebral, Nacho Quemada, "hasta un tercio de estos pacientes presentan episodios depresivos, cuyo rango de severidad es muy variable".
Nacho Quemada.
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Quemada, que ha participado en el V Consorcio de Neuropsicología Clínica (CNC), celebrado en Valencia, ha señalado que se estima que más del 50 por ciento de los pacientes con ictus tienen alguna forma de alteración o cambio en el funcionamiento psíquico como déficit cognitivo, trastorno afectivo o cambio de conducta.
"En los traumatismos craneales los problemas conductuales ocupan un lugar preeminente y son el gran handicap para conseguir reinserción social y familiar exitosa. Los cuadros de desinhibición y de apatía constituyen los problemas fundamentales", ha añadido.
El problema es que las secuelas psíquicas por daño cerebral también determinan la posibilidad de que un paciente que sufre daño cerebral pueda reinsertarse en la sociedad. Este tipo de afecciones son tan prevalentes como las motoras y son, además, origen de gran cantidad de disfunción social y sufrimiento intra e interpersonal.
En opinión este experto, debe tenerse de tenerse en cuenta en tanto que la dimensión epidemiológica del daño cerebral se encuentra en alza, ya que afecta cada año a más de 400.000 personas en España, en gran medida debida al incremento de los ictus.
Los cambios psíquicos secundarios al daño cerebral pueden agruparse en cuatro grandes grupos, tres muy frecuentes, que son los trastornos emocionales, las alteraciones de conducta y los déficit cognitivos, y un cuarto más inhabitual, los trastornos delirantes.
Así, el especialista ha destacado que "el reconocimiento, la descripción, la comprensión y el tratamiento de estos trastornos es un componente esencial de un programa de rehabilitación integral de los ictus".
Respecto a los tratamientos, los trastornos afectivos, la depresión y la labilidad emocional responden bien a antidepresivos de nueva generación, ISRS o duales. También los trastornos del sueño y la irritabilidad pueden mejorarse farmacológicamente, con la mirtazapina o la trazodona.
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