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Lunes, 06 de febrero de 2012   |  Número 47
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ACTUALIDAD
VII REUNIÓN INTERNACIONAL SOBRE INVESTIGACIÓN TRASLACIONAL
La medicina personalizada pone cerco a la enfermedad de Alzheimer
El uso de marcadores de imagen y biomarcadores está contribuyendo a un diagnóstico más precoz y al desarrollo de nuevos tratamientos

Redacción. Madrid
Muchas de las dudas que plantea actualmente el abordaje del alzheimer, que afecta a más de 600.000 personas en nuestro país, pueden ser resueltas en los próximos años por la medicina personalizada, que va a introducir importantes mejoras en el manejo de esta enfermedad. Así lo han puesto de manifiesto expertos de reconocido prestigio nacional e internacional de distintas áreas de investigación en la 7ª Reunión Internacional sobre Investigación Traslacional y Medicina Personalizada, organizada por la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

De izda. a dcha., Jesús María Rodríguez Alejandre, adjunto a la Gerencia de la Fundación Jiménez Díaz; Carmen Ayuso directora científica del IIS-FJD, y Jaime del Barrio, director General del Instituto Roche.

Una de las sesiones ha incidido en los retos y logros obtenidos en la investigación clínica de la enfermedad de Alzheimer, subrayando tanto las claves que determinan el desarrollo de nuevos y más eficaces fármacos como los beneficios que aportan las nuevas técnicas de imagen y la identificación de biomarcadores, capaces de orientar sobre la respuesta a un tratamiento o de predecir la evolución clínica de un paciente.

En su conferencia magistral, Bruno Dubois, del Hôpital de la Salpêtrière de la Université Pierre et Marie Curie (Paris), ha insistido sobre los nuevos criterios diagnósticos planteados para la enfermedad de Alzheimer y ha propuesto “adoptar un nuevo algoritmo diagnóstico, así como un marco conceptual distinto, para la enfermedad de Alzheimer. En su opinión, “esta enfermedad debe ser considerada como un continuo, desde los estadios preclínicos hasta la aparición de la demencia tipo alzheimer: es una entidad clínica y sintomática única que abarca tanto las fases de predemencia como las de demencia”. Con todo, “aparte del fenotipo clínico típico, con una presentación amnésica, ahora sabemos que hay subtipos fenotípicos atípicos, entre los que se incluyen las afasias logopédicas y la ralentización del lenguaje, la atrofia cortical posterior y la variante frontal del alzheimer”, ha matizado.

Desde el punto de vista diagnóstico, este especialista ha argumentado la necesidad de “pasar del concepto clásico, en el que esta enfermedad se concibe como una entidad clínicopatológica dual, a diagnosticarla como una entidad clínico-biológica”. Para Dubois, “esta variación se debe a que ahora puede certificarse el diagnóstico in vivo en base a la presencia de ciertos biomarcadores patológicos”. Y es que, como criterios básicos y nuevos que propone para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer, señala dos: la evidencia de un síndrome amnésico del tipo hipocampal (caracterizado por un muy pobre recuerdo libre que no es normalizado) y la presencia de biomarcadores patológicos de alzheimer.

Partiendo de este cambio de concepto, el especialista galo cree que será más fácil diagnosticar precozmente la enfermedad y, por lo tanto, optimizar su tratamiento. Además, Dubois ha manifiestado su “optimismo” en el tratamiento futuro de esta enfermedad, marcado por el empleo de fármacos dirigidos más específicamente a dianas patológicas. En concreto, se siente “especialmente ilusionado” con las denominadas inmunoterapias pasivas, “que han demostrado reducir el aclaramiento de beta amiloide”.

La esperanza de los biomarcadores

La tasa de deterioro cognitivo se incrementa varios años antes de establecerse el diagnóstico de demencia tipo alzheimer. Incluso, ahora se ha observado que las placas de amiloide se depositan progresivamente desde etapas iniciales de la enfermedad, un evento que con los nuevos recursos disponibles puede ser demostrado in vivo, utilizando para ello imágenes estructurales y determinados biomarcadores. Como ha aseverado Juan Álvarez-Linera, del Hospital Ruber Internacional de Madrid, “los marcadores de imagen van a jugar un papel fundamental en el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer”. Es más, considera que “el uso de marcadores de imagen, junto con otros biomarcadores, está contribuyendo al desarrollo de nuevos tratamientos”.

Y es que con las técnicas diagnósticas clásicas tan sólo es posible descartar otras causas de demencia, pero son limitadas para detectar precozmente el alzheimer. “De las técnicas avanzadas, que utilizan la cuantificación de parámetros biológicos, el único marcador de resonancia magnética validado es la volumetría, pero la perfusión, la difusión y la espectroscopia son otros marcadores potenciales que usados en combinación con la volumetría aumentan la fiabilidad en la clasificación de los pacientes”, ha destacado Álvarez-Linera. En este campo, “las investigaciones se dirigen tanto a la consolidación de nuevos marcadores de imagen como al desarrollo de nuevos métodos de análisis de datos”, ha añadido.

Otras investigaciones prometedoras en este ámbito proceden de disciplinas incipientes y especialmente innovadoras. Así, Alejandro Cifuentes, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación del CSIC (Madrid), ha presentado en este foro los fundamentos y aplicaciones de una nueva disciplina: la foodómica. De hecho, ha sido su grupo de investigación el que la ha definido por primera vez en una publicación científica. Tal y como ha explicado, “la foodómica emplea técnicas masivas de análisis (transcriptómica, proteómica y metabolómica) para investigar aspectos de los alimentos y la nutrición que eran inabordables hasta hace pocos años”. Por ejemplo, la foodómica permite estudiar el efecto de los ingredientes de la dieta sobre nuestra salud o en la prevención de enfermedades, determinando su interacción a nivel molecular con los genes y su repercusión en la expresión de proteínas y metabolitos, lo que permite comprender las bases moleculares de su influencia en la salud.

En el caso de la enfermedad de Alzheimer, “el objetivo a corto plazo es poder estudiar mediante una aproximación foodómica como los alimentos repercuten en la prevención o evolución de la enfermedad. Así, teóricamente, en el futuro se podrá llegar a dar unas pautas a cada individuo sobre la alimentación que le puede proporcionar los mayores estándares de salud y el menor riesgo de padecer esta enfermedad”, ha vaticinado este experto.

En cualquier caso, en estos momentos sigue existiendo una gran necesidad de nuevas metodologías y biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer, sobre todo para la detección de los estadios más tempranos. En este sentido, “la metabolómica puede desempeñar un importante papel, complementando además los resultados que se obtienen a día de hoy en el estudio de la enfermedad de Alzheimer mediante otras técnicas de análisis”, ha indicado Cifuentes, para quien no cabe duda de que “ya hay suficientes evidencias que ponen de relieve las posibilidades de la metabolómica (análisis masivo de compuestos de pequeño peso molecular) para la detección temprana de alzheimer”.

También desde la perspectiva terapéutica hay buenas noticias. Para José Luis Molinuevo, del Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona, “hay mucho margen de mejora en el desarrollo de nuevos medicamentos en enfermedad de Alzheimer”. Para tener éxito en el tratamiento de la enfermedad, “no sólo debemos contar con fármacos que actúen biológicamente sobre la enfermedad y sobre las proteínas diana, sino que también debemos conocer bien la fisiopatología de la enfermedad y su desarrollo cronológico”, ha expuesto Molinuevo. Este último aspecto resulta clave, “puesto que sabemos que 10 o 15 años antes de manifestarse clínicamente, ya existen signos evidentes del desarrollo de la enfermedad y es en esos momentos iniciales en los que los fármacos pueden ofrecer los mejores resultados”, ha afirmado Molinuevo. En su opinión, “resulta escasamente útil administrar fármacos modificadores del curso de la enfermedad de Alzheimer cuando esta ya está presente como una demencia establecida”. En cuanto a las posibilidades reales que pueden aportar los estudios genéticos en este campo, ha asegurado que “gracias a ellos posiblemente podamos saber antes de iniciar un tratamiento qué paciente va a responder mejor o peor a la terapia, lo cual ya supone un avance especialmente importante”.
 

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