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Lunes, 07 de noviembre de 2011   |  Número 41
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ACTUALIDAD
SEMINARIO SOBRE PATOLOGÍAS NEURODEGENERATIVAS
Los trastornos de la conducta están en el día a día del párkinson y el alzheimer
Los retos fundamentales son lograr un diagnóstico precoz y dotar de más recursos a la investigación clínica

Sandra Melgarejo. Sitges (Barcelona)
La mayoría de los pacientes con párkinson o alzheimer presentan trastornos neuropsiquiátricos y de la conducta que tienen un gran impacto en su calidad de vida y en su entorno. Los más frecuentes en ambas patologías son la depresión, la ansiedad y la apatía, según han comentado los especialistas que han participado en el X Seminario Lundbeck ‘Día a día con una patología neurodegenerativa’. Pablo Martínez-Lage, neurólogo de la Fundación CITA-Alzheimer de San Sebastián, ha detallado que, en el caso de las demencias, “los síntomas conductuales y psicológicos son intrínsecos, tratables y los principales responsables de institucionalización del enfermo y de la sobrecarga de sus familiares y cuidadores”. “El 80 por ciento de los enfermos de alzheimer presentan algún trastorno conductual o psicológico en algún momento de la evolución de la enfermedad e, incluso, pueden aparecer antes de que aparezca la demencia, por lo que hay que tratarlos como síntomas”, ha explicado.

Los neurólogos Javier Pagonabarraga, Jorge Matías-Guiu y Pablo Martínez-Lage con la
directora de Marketing de Lundbeck Beatriz Rivero.

Según Martínez-Lage, “la máxima a la hora de plantear un tratamiento para estos síntomas es el abordaje no farmacológico y, si este falla, recurrir a fármacos antialzheimer que manipulen la sinapsis o, si no es suficiente, a psicofármacos específicos”. El neurólogo ha afirmado que “los síntomas conductuales y psicológicos de las demencias se pueden tratar”, aunque ha lamentado que “pocos servicios de Neurología cuenten con la figura del neuropsicólogo cuando la depresión y la apatía están presentes en el 50 por ciento de los casos”. Según los especialistas, la atención multidisciplinar de las enfermedades neurodegenerativas ha de estar formada por Neurología, Enfermería, Rehabilitación, Neuropsicología, Psicología Clínica y Trabajo Social.

Con respecto a la enfermedad de Parkinson, Javier Pagonabarraga, neurólogo del Hospital Sant Pau de Barcelona, ha señalado que “lo que más afecta a la calidad de vida de los pacientes es la depresión (presente en entre el 40 y el 60 por ciento de los casos), la demencia (80 por ciento), los trastornos del sueño (50 por ciento), la apatía (35-45 por ciento), las alucinaciones y delirios (63 por ciento), los trastornos de ansiedad, los bloqueos de la marcha y las caídas”. Además, hasta un 15 por ciento de las personas con enfermedad de Parkinson desarrollan trastornos del control de los impulsos relacionados con el tratamiento con agonistas dopaminérgicos. En opinión del especialista en párkinson, los neurólogos han aprendido “a preguntar mejor” y, como los síntomas motores están “mejor controlados”, los pacientes “ahora comentan estos otros síntomas en las consultas”. “La atención integral requiere una escucha atenta y una búsqueda sistemática de todos aquellos síntomas no motores que tienen tratamiento”, ha añadido.

El reto del diagnóstico precoz

Jorge Matías-Guiu, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, ha comentado que “se ha pasado de investigar sobre los mecanismos de las consecuencias a los mecanismos de las causas, y la verdadera batalla es la búsqueda de biomarcadores que permitan detectar al paciente lo antes posible. Se sabe que ya hay patología cuando el paciente está clínicamente sano y que el tratamiento tiene que ser precoz pero, aunque el diagnóstico cada vez es más temprano (con los primeros síntomas), todavía llega con retraso”.

Así, el diagnóstico precoz (antes de los primeros síntomas) es uno de los principales retos de las patologías neurodegenerativas. Martínez-Lage ha indicado que “desde que el paciente experimenta los primeros síntomas hasta que va al médico pasan dos o tres años y, después, entre seis y doce meses hasta el diagnóstico del especialista”. En este sentido, Pagonabarraga ha dicho que “aunque no hay tratamientos para la causa de la enfermedad y es importante diagnosticar cuanto antes, también es muy relevante saber utilizar los fármacos disponibles, pero no es tan fácil”. Para Martínez-Lage, en enfermedad de Alzheimer “el quid de la cuestión está en el estadio prodrómico y el gran reto es, después de haber valorado el deterioro cognitivo ligero, saber si va a evolucionar a enfermedad de Alzheimer”. “Es una demanda de la sociedad y hemos de dar una respuesta”.

Por otro lado, el neurólogo de la Fundación CITA-Alzheimer, ha comentado que “es importante diagnosticar pronto para poder explicar a la persona lo que tiene, cómo se va a tratar y cómo va a evolucionar, y para poder ensayar estrategias terapéuticas que quizá no han funcionado en casos anteriores porque se han puesto demasiado tarde”.

Desafíos de las patologías neurodegenerativas

“El coste económico de estas enfermedades va a ser enorme por su frecuencia, por su duración y por su repercusión social. La única manera de enfrentarse a los costes es participar en I+D+i, que debería ser una prioridad en España”, ha señalado Matías-Guiu, quien ha pedido más recursos para los investigadores clínicos y ha abogado por la investigación traslacional. En la misma línea, Martínez-Lage ha afirmado que “haría falta la concienciación de quien reparte el dinero para que llegue más a los clínicos que a los básicos”.

Con respecto al papel del Médico de Atención Primaria en el manejo de estas patologías, Matías-Guiu ha lamentado que “el plan de estudios de Medicina de Familia no incluya rotaciones en Neurología, a pesar de la alta prevalencia que tienen estas enfermedades, lo que provoca que los especialistas pierdan mucho tiempo filtrando a pacientes”. No obstante, Martínez-Lage ha defendido que “la mayoría de los médicos de Atención Primaria están preparados, pero no tienen tiempo para hacerlo”. “Hace falta tiempo y conocimiento, y la carga asistencial de la Atención Primaria y las políticas de recortes que dificultan la atención especializada pueden afectar a la calidad asistencial”, ha añadido Pagonabarraga.

La Neurología incluye la función social

Matías-Guiu ha recordado que la Neurología es “la única especialidad médica que incluye la función social, por la que el neurólogo debe asesorar y apoyar a los pacientes y sus familiares en los aspectos sociales de la enfermedad”. El jefe de Neurología del Clínico de Madrid ha destacado que uno de los retos sociales del neurólogo es el tratamiento del cuidador informal, al que “trabajar 24 horas todos los días del año causa insomnio, depresión y fatiga”. Sin embargo, Martínez-Lage ha reconocido que “son las asociaciones de pacientes las que están cuidando al cuidador porque los neurólogos no pueden hacerlo”.

“Las obligaciones del médico son detectar los síntomas que más molestan al paciente, escoger el tratamiento en los momentos adecuados y saber explicar el pronóstico al paciente”, ha dicho Pagonabarraga, para quien la empatía es “la puerta de entrada para entender qué preocupa a cada paciente y qué expectativas tiene en relación a su enfermedad y a la atención médica”. El neurólogo del Hospital Sant Pau ha afirmado que “cuando se establece una relación de confianza con el paciente es posible hablar de emociones y el paciente acepta mejor las decisiones del médico con respecto al tratamiento”. Con todo, ha advertido de que “establecida la confianza, es de vital importancia que el neurólogo no minusvalore el peso que sus palabras y consejos pueden llegar a tener sobre el paciente”.
 

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