Redacción. Madrid
En España, según los últimos estudios, más de 170.000 personas sufren alzheimer, el 45 por ciento en fase moderada, y la mayoría de estas personas ni siquiera sabe que lo padece: a tenor de los datos, más del 40 por ciento de los casos están sin diagnosticar, debido a la escasez de unidades especializadas en demencias y a la falta de información de las familias.
Pedro Gil Gregorio durante la conferencia.
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“Las investigaciones han demostrado que el diagnóstico precoz y la implantación de tratamientos para retrasar la evolución es altamente eficaz”, destacaba Pedro Gil Gregorio, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, durante una conferencia organizada por AXA dentro de su ciclo temático sobre Salud Pública. “Las terapias cognitivas no farmacológicas han demostrado su eficiencia para ralentizar el avance de la enfermedad”.
El especialista remarcaba también durante su intervención algunos factores de riesgo para padecer la enfermedad de Alzheimer que se pueden evitar con hábitos de vida saludable. “Sufrir diabetes, padecer hipertensión o tener un Índice de masa corporal superior a 30 son algunos de ellos”, aseguraba, destacando que también influyen otros factores imprevisibles, como nivel educativo bajo o el género, ya que las mujeres sufren la enfermedad con más prevalencia.
En este sentido, Gil Gregorio aseguró la importancia de reconocer los primeros síntomas como medio para llevar a cabo un diagnóstico precoz, y en este caso, el papel de la familia es fundamental. “Algunos de los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer son la pérdida de memoria repentina, dificultad para aprender cosas nuevas, o la falta de orientación”, destacaba.
Otros de los síntomas más comunes son la pérdida de expresión oral o tener la palabra “en la punta de la lengua” (le ocurre casi al 94 por ciento de los mayores), olvidar los nombres de personas (94 por ciento) u olvidar lo que se acaba de decir (86 por ciento). Según el especialista, los profesionales más indicados para poder detectar y diagnosticar la enfermedad son el neurólogo, el geriatra, el neuropsicólogo o el médico de cabecera, por lo que conviene acudir cuanto antes una vez que se han detectado los primeros indicios.
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